domingo, 7 de agosto de 2011

LA MENTALIDAD CONSPIRANOICA.

La verdad es al conspiracionismo, lo que la democracia es a los partidos mayoritarios en España: pura coincidencia. A decir verdad el peor enemigo de la "teoría de la conspiración" (entendiendo por tal, la opuesta a la "verdad oficial") es el conspiranoico que reduce su punto de vista al nivel puramente grotesco, exótico y risible. Sin embargo, es interesante, desde de la perspectiva de esta serie abordar la mentalidad conspiranoica y sus características.
10. La mentalidad conspiranoica.
El conspiranoico es algo diferente al que intenta establecer una teoría de la conspiración. El mismo neologismo indica una familiaridad y entendimiento con determinaba enfermedad mental: la paranoia. Se trata de una enfermedad curiosa pero suficientemente conocida.
Toda forma de paranoia es un trastorno delirante que hace que el sujeto mantenga una o unas pocas ideas delirantes como única sintomatología. Para que una idea sea delirante debe tener necesariamente tres características:
1) estar firmemente sostenida por el sujeto a base de razonamientos inadecuados;
2) ser fija y no corregirse mediante la experiencia o mediante demostración de su falsedad.
3) ser errónea y sin fundamento lógico.
No toda idea sostenida con firmeza es muestra de paranoia. Una arraigada convicción religiosa o política, por ejemplo, no lo es, siempre y cuando el sujeto sea capaz de presentar su posición como anclara en razonamientos aceptados por la sociedad. Una idea religiosa o política empieza a ser paranoide cuando se radicaliza en extremo y está más allá de cualquier razonamiento lógico y ponderación y cuando es afirmada mediante cualquier razonamiento extravagante.
Existen dos tipos de delirios, lo “impositivos” (cuando el sujeto quiere comunicar a otros sus posturas y sus creencias por encima de cualquier otra cosa) y los “defensivos” (cuando el sujeto se siente amenazado y experimenta la sensación de vivir clandestinamente  oculto ante las amenazas contra él que imagina). Es importante señalar que el paranoico utiliza silogismos y razonamientos para justificar su creencia, e incluso que tales sistemas son adecuados y correctos, pero parte de bases erróneas. Se han dado casos de individuos que se creían Napoleón y eran capaces de establecer estrategias adecuadas ante war-games… el problema es obvio: ellos no eran –no podían ser- Napoleón.
A diferencia de los trastornos esquizoides, los trastornos delirantes no implican alucinaciones (sensaciones irreales que el sujeto toma como integrantes de su cotidianeidad). El delirante solamente muestra un comportamiento extraño en relación a la idea delirante que le domina, si bien es cierto que cada vez ocupa más espacio en su cerebro.  El paranoico es aquel que asume, sostiene y defiende un pensamiento delirante. Un conspiranoico será quien perciba detrás de episodios traumáticos de una conspiración, una idea delirante.
Los rasgos del conspiranoico son pues:
- asume una creencia con una persistencia obsesiva que ocupa un papel de centralidad en su vida: todo lo que le ocurre está vinculado a la “conspiración”.
- la creencia es improbable o, al menos, él no está en condiciones de demostrar su realidad con argumentos comprensibles para la gente normal.
- sostiene esta creencia con un énfasis desmesurado por encima de toda medida.
- esta creencia hace que su vida se altere profundamente.




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